sábado, 26 de mayo de 2012

Sonrisas que cambian el mundo

Las personas pequeñas hacen cosas grandes, como ella. Apareció hace años en mi vida, y a partir de ese momento, todo ha estado plagado de historias en las que su presencia ha sido inevitable. De Valladolid a Turin, de Turin a La Habana, de La Habana al paradisiaco Varadero. Sin apenas coger aire. Ella no lo necesita, y eso que siempre está ahí, donde hace falta. Con ella las aventuras siempre tienen final feliz. Las noches se hacen inolvidables al lado de amores efímeros, y las lágrimas desaparecen con cualquier gesto sencillo. Para morirte de frio a la cola de un concierto, beberte la vida a tragos de sonrisas, llorar y reir sin saber muy bien donde esta la diferencia. Porque si ves a una persona radiante pasear con un sombrero de hojas de palmera por medio de un aeropuerto es ella, la misma con la que he pasado noches de miedo en un portal o he bailado hasta desfallecer. La misma que se tira de un taxi en marcha y aparece minutos más tarde como si fuera lo más normal del mundo, la persona que mejor luce riñoneras del planeta y sobre todo la que tiene una capacidad innata para hacerme feliz. Lo imposible no existe a su lado. Secretos a cada rincón, gritos a la vuelta de cada esquina, miradas que lo dicen todo si falta de palabras. Mis mejores recuerdos de los últimos años son con ella. Porque puede que sean pocas, demasiadas pocas veces, las que nos vemos. Pero nos basta con una vez al año, dos o tres para saber que somos nosotras, con nuestros más y nuestros menos, nuestras historias de lunes a domingo y de enero a diciembre. Y no pienso a renunciar a ellas.
La chica de las mil y un sonrisas ha cumplido 24 primaveras, seis conmigo, tres millones las que nos quedan.

1 comentario:

  1. Llevo días plantándome ante este texto e intentando escribir algo que esté a la altura, pero, lógicamente, no se me ocurre absolutamente nada. Aún no he recuperado las palabras. No te imaginas lo que me hicieron reír y llorar tus palabras, que digan algo así de ti, y saber que se siente de verdad, te hace sentir inmensamente feliz, así que infinitas gracias. Me hubiera encantado pasar el día de mi cumpleaños contigo, pero me consuela saber que nos quedan miles de momentos por compartir, aunque no haya tartas y velas de por medio. ¡Te quiero, María! Un beso muy muy muy grande :)

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